Los sindicatos lanzan un ultimátum a los empresarios en el Primero de Mayo: si no hay subida salarial, habrá movilizaciones. "Hay que subir los salarios", ha reclamado el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, que ha advertido de que "el tiempo se acaba": "Si no, iremos sin ningún lugar a dudas a grandes manifestaciones", ha avisado.
La subida de los salarios es precisamente una de las tres exigencias que se leen en el lema de este año en el Día del Trabajador, en el que se han convocado más de 70 manifestaciones por toda España: "Subir salarios, bajar precios, repartir beneficios".
Si la CEOE no negocia, UGT y Comisiones Obreras garantizan un conflicto que podría desembocar en huelgas en las empresas, según ha advertido el secretario general de CCOO, Unai Sordo, que ha precisado que "tomará la forma de huelga en los convenios colectivos que estén bloqueados". "No vamos a estar alargando innecesariamente una negociación", ha avisado.
En el último año, los salarios subieron un 2,9%, frente a unos precios que se dispararon más de un 8% y perdiendo así los trabajadores poder adquisitivo. En frente, unas empresas que casi duplicaron sus beneficios y los dividendos que repartieron entre sus accionistas que aumentaron un 27%.
"Tiene que haber un trasvase de los beneficios empresariales a los ciudadanos" a través de la subida de los sueldos, ha reclamado en este sentido Sordo, que ha añadido que "si no puede ser", los sindicatos emplazarán al Gobierno a que suba el Impuesto de Sociedades. El último acuerdo entre patronal y sindicatos sobre salarios se firmó en 2018 y tenía vigencia hasta 2020. Desde entonces, no hay un acuerdo general que sirva como guía para los convenios colectivos.
Los empresarios defienden que aunque no haya pacto sí se están negociando subidas empresa por empresa y mantienen que donde los sueldos sean bajos es el Estado el que debe ayudar. Así lo defendía recientemente Gerardo Cuerva, presidente de CEPYME: "Si su salario no le llega al umbral necesario para tener una vida digna, se han de activar las políticas sociales para ayudar a esas personas", sostuvo.
Con una inflación en abril del 4,1% -según el dato adelantado del INE-, los salarios pactados en convenio subieron de media un 3,06% hasta marzo, lejos del 4,5% que piden los sindicatos.
Subida salarial frente al alza de precios
Reivindicaciones que los manifestantes han dejado claras en las calles de todo el país este lunes: "Que suban los salarios y que bajen los precios", reclamaba un asistente a las marchas, que pedía también "menos beneficios y más solidaridad".
Los trabajadores señalan a los precios, cada vez más caros -"sobre todo la alimentación, lo más básico", incidía un manifestante- y reivindican el subidón que ha experimentado el de los alimentos, un 16,5% por ciento más caros que hace un año. "Gasto mucho más, yo con 50 euros hacía la compra de la semana, y ahora me hacen falta 100%", incidía una asistente a la manifestación, mientras que otra coincidía: "Si antes me gastaba sobre 70, ahora se me va a 130".
Y lo que no se va en la carro de la compra, se va en la vivienda, con una subida especialmente marcada para quienes revisen su hipoteca con el euríbor de abril, que ha cerrado en el 3,75%. "Me ha subido montón, en torno a los 250-280 euros al mes", confirmaba un trabajador. Otro manifestante, por su parte, explicaba que ha tenido que negociar con el banco para cambiar su hipoteca variable a tipo fijo y evitar así una subida "por encima de 200 euros".
Según el banco de España, para comprar una casa tendríamos que destinar el sueldo bruto íntegro de ocho años completos. "No sé como puede hacer una familia con hipoteca y alquiler", denunciaba al respecto un hombre este lunes en las protestas. Para el alquiler, dicen los últimos datos, de media destinamos el 43% del sueldo, una cifra que en Madrid, Cataluña, País Vasco y Baleares incluso sobrepasa el 50% y que no para de subir. Una "precariedad inmobiliaria", denunciaba un joven, que a menudo obliga "a compartir piso en condiciones muy lamentables".
Así las cosas, uno de cada cinco españoles está en riesgo de pobreza y el encarecimiento de la vida es más que evidente: los trabajadores denuncian que no paran de perder poder adquisitivo e insisten en que hay razones más que suficientes para echarse a la calle a protestar.