Un acoso insoportable, que fue minando su confianza personal y en el Ejército. Es como Zaida relató lo que primero fue un acoso sexual y después, un acoso laboral que duró meses. "No quería volver a trabajar porque sabía que a la vuelta este hombre aún no había sido destinado", relataba Zaida Cantera.
No fue sólo el testimonio de un testigo lo que sirvió para condenar a Lezcano-Mújica, testigo que corroboró los tocamientos. "Yo vi la mano encima de la pierna", confirmaba.
Otro da credibilidad a la agresión que motivó finalmente su denuncia. "Cogió por los brazos a la capitán Zaida, la zarandeó, la empujó contra el coche y la volvió a coger de los brazos". Y a pesar de que el acusado negó haberlo intentado en otra ocasión afirmando que "no se interpuso nadie", un comandante reconoció haberse puesto en su camino "por la forma de dirigirse el teniente-coronel hacia la capitán".
Sobre la actitud de Lezcano con las mujeres se declaró que era un secreto a voces. Incluso, un coronel contó cómo Lezcano-Mújica tenía predilección por una de sus soldados, la llegó a pedir para su unidad.
Su defensa se basó en mostrarse como una víctima de Zaida, hacerse pasar por el acosado y no por el acosador.