Berta Cáceres es, sin duda, una de las caras más reconocidas de la lucha medioambiental. Esta mujer de fuertes convicciones no se dejó avasallar por las grandes multinacionales que querían destruir el medio ambiente en su país, Honduras, y pagó un precio muy alto: la vida. Tal ha sido su papel en la historia de la defensa del medioambiente en el mundo que su nombre resuena desde entonces, especialmente cada 8 de marzo. Y también el de 2023, año en el que Berta Cáceres es uno de los nombres mencionados por la Comisión 8M en su manifiesto por el Día de la Mujer, que será leído al finalizar la manifestación por el 8M en Madrid.
A raíz de esta mención, y cuando se cumplen siete años de su asesinato, recordamos la historia a esta líder indígena que ha sido todo un ejemplo de lucha. Nacida en Honduras en 1971, fue hija de María Austra Berta Flores, partera, alcaldesa y enfermera que acogió a numerosos refugiados salvadoreños cuando en su país estalló la guerra civil. Durante su infancia pudo ver cómo uno de sus hermanos era secuestrado y torturado y su madre, también secuestrada, situaciones que la llevaron a convertirse en lo que luego fue.
Berta Cáceres cofundó en marzo de 1993 el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), una organización que, tras su muerte, lidera su hija Berta Zúñiga y que "lucha en defensa del medio ambiente, el rescate de la cultura lenca y [por] elevar las condiciones de vida de la población de la región".
La bala muere al detonarse, la palabra vive al replicarse
Las luchas de Berta Cáceres a favor de los derechos de la mujer y el medioambiente se hicieron muy conocidas, sobre todo, por el riesgo que corría la activista. Y es que Cáceres se opuso, entre otros muchos proyectos, a la privatización de los ríos y de la creación de presas hidroeléctricas de inversores internacionales; unos proyectos que movían mucho dinero y poder y que pondrían en riesgo tanto su vida, que terminó siendo asesinada.
Cómo Berta Cáceres luchó hasta la muerte
Firme defensora de su país y sus valores, Berta Cáceres luchó contra todo y contra todos los que los ponían en peligro. Desde políticos, llegó a llamar al presidente Juan Orlando Hernández un "vendepatria" y "dictador", a compañías como Desarrollos Energéticos S.A. (DESA), contra la que Cáceres movilizó al pueblo inca para paralizar el proyecto de la represa hidroeléctrica Agua Zarca, que quería construir en el río Gualcarque. Fue este proyecto uno de los que la activista denunció insistentemente por dañar al medioambiente y a sus pueblos.
Esta lucha contra las hidroeléctricas le otorgaría galardones tan distinguidos como el Premio Medioambiental Goldman en 2015, pero también terminaría arrebatándole la vida. O mejor dicho, terminarían quitándosela.
El 3 de marzo de 2016, irrumpieron en la casa de Berta Cáceres y la asesinaron. Por este asesinato siete hombres fueron condenados el 30 de noviembre de 2018 por el Tribunal Penal Nacional de Honduras. Pero la investigación, además, señaló a la empresa Desarrollo Energéticos S.A. (DESA), encargada de la represa hidroeléctrica Agua Zarca, y condenó a David Gallego, un militar hondureño y que en ese momento era el presidente ejecutivo, como autor intelectual de los hechos.
Aunque quisieron callarla, como ella misma dijo en vida, "la bala muere al detonarse, la palabra vive al replicarse" y su lucha perdurará siempre, recordándola como una de las activistas medioambientales más valientes e importantes de la historia.