Ahmad Koteafan y su familia huyeron de Siria hace tres años con sus dos hijos, emprendieron un complicado viaje atravesando Egipto, Libia y Marruecos hasta llegar a Melilla. "Fue muy duro, pero era la única salida. Estaban muertos de miedo, pero los niños dijeron 'sí, vamos contigo, papá'", recuerda Ahmad.
Gracias a la solidaridad ciudadana, los refugiados son trasladados a viviendas que ayuntamientos como el de El Escorial, en Madrid, están rehabilitando para acogerlos. Adel y su familia están en la misma situación pero al drama de tener que irse de su hogar, se le suma el de hacerlo con cuatro familiares enfermos.
Adel Sahadi cuenta que "dos de mis hijos son autistas, y necesitan atención especial y otro de mis hijos tiene problemas de audición, mi madre tiene cáncer desde hace cinco años y necesita tratamiento".
Las ONG son las encargadas de recibirlos en los centros de acogida, y mediar para encontrarles un hogar que la generosidad ha cedido. Según Rodrigo Gómez, responsable de la ONG ACCEM, "Buscamos una plaza más permanente, de acogida, para que ellos puedan trasladarse con sus familias y empezar un trabajo de apoyo más permanente".
Dignidad y solidaridad se unen para intenta hacer más llevadera la vida de los que huyen de la guerra.