Ramón Barral vio cómo tres asaltantes entraban con violencia y perpetraban un atraco que acabó con la vida de su asistenta, María Soto, una mujer de 78 años. Muy nervioso y magullado, ayudaba a la Guardia Civil a tratar de esclarecer un suceso que ha conmocionado a este pequeño pueblo coruñés.

Eran las nueve de la noche. Alguien llamó a la puerta de la casa rectoral y María salió a abrir. Tres hombres, irrumpieron en la casa y dieron a María y al párroco una paliza. Luego los ataron y amordazaron.

Los gruesos muros de la casa rectoral impidieron que nadie oyera nada, ni siquiera los gritos de María, que logró soltarse y comenzó a pedir auxilio. Sólo consiguió que los asaltantes apretaran más su mordaza lo que le pudo causar la muerte por asfixia aunque eso es algo que tendrá que confirmar la autopsia.

La Guardia Civil sospecha que los asaltantes buscaban dinero, el cepillo de la reciente romería de Nosa Señora da Escravitude, a la que el 8 de septiembre acuden muchos feligreses que suelen ser generosos con la parroquia.

Tras revolver toda la casa parroquial, los asaltantes huyeron en el coche del sacerdote, que ha desaparecido del garaje y ahora la Guardia Civil busca por los alrededores. Tras la huida el cura soltó sus ataduras y dio la voz de alarma.

Ramón Barral fue trasladado al Hospital Clínico de Santiago, de donde ha salido con el alta médica y la consternación en el cuerpo por la muerte de la asistenta que llevaba trabajando en la parroquia 26 años.

De momento, sigue la búsqueda de los sospechosos y las investigaciones de la jueza de Padrón sin que se haya encontrado rastro de los culpables.