A su llegada al hospital Carlos III, el equipo médico, con trajes de protección, traslada a los dos pacientes en camillas aisladas, con presión negativa, las mismas en las que han permanecido durante todo el viaje.

Según el primer parte médico, han llegado en buenas condiciones, aunque un poco desorientados. "La monja está en muy buen estado general, y el sacerdote está estable" explica Rafael Pérez-Santamarina, director Gerente Complejo Hospitalario La Paz-Carlos III. Y añade Javier Rodríguez, consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, que "ninguno de los dos está sangrando".

El hospital se ha blindado y sólo se permite el acceso al personal médico autorizado, profesionales que deben ir perfectamente equipados con trajes de protección individual.

Los sanitarios se preparaban para recibir a los pacientes colocándose todo el equipamiento que marca el protocolo de seguridad. "Mascarilla específica, gafas o pantalla facial, segundo par de guantes..." enumera Mariano Alcaraz, director general de Atención Especializada.

También, explica Pedro Martínez Tenorio, director general SUMMA, que "existe todo un protocolo para ponérselo y para quitárselo hay que hacerlo siguiendo un orden determinado y después se destruye".

Cuatro enfermeras y cuatro auxiliares, en turnos, atenderán a los pacientes. Las habitaciones de aislamiento se encuentran en la planta sexta.

El acceso es restringido, incluso para el personal médico, a través de una antesala. Se entra a la habitación por una puerta, y se sale por otra para que los sanitarios puedan dejar el material de protección que haya podido contaminarse.

Son habitaciones con presión negativa, así el aire puede entrar desde el exterior, pero no sale sin haber sido filtrado. El material médico utilizado se destruye, a través de un circuito de desechos se envía directamente hasta una incineradora.

El área cuenta, además, con un ascensor propio. El centro lleva un exahustivo control de entradas y salidas de la planta y vigila por monitores todo lo que ocurre.  El objetivo, evitar que nadie entre en contacto con los fluidos o secreciones del paciente infectado, único modo de contagio.