Medianoche en Granada. Locales a reventar y gente bebiendo en la calle, hasta la llegada de la Policía Local, que comienza a multar a los estudiantes, de fiesta pese a las restricciones por el coronavirus.
"Lo que estamos haciendo en estos tiempos difícilesno es aceptable", admite uno de ellos. "Estábamos fuera en la calle por el hecho de no estar dentro en un local donde no se están cumpliendo las medidas de seguridad", se justifica otro joven.
Algunos, en cambio, protestan por las limitaciones al ocio nocturno. "No por eso ya hay que cerrar pubs y cerrar todo, porque lo que provocan es que nos juntemos en casa y que sea peor", argumenta una joven.
La proliferación de esas fiestas en viviendas la ha podido comprobar laSexta, que ha acompañado a una patrulla policial en la noche granadina.
Alberto Pérez, inspector de la Policía Local de esta ciudad, confirma que se detecta "mucho ruido en viviendas a partir del cierre en los establecimientos a la 01:00 de la mañana". "Tenemos que acudir a la llamada de los vecinos, que son los que nos alertan", agrega.
En apenas una hora, la Policía realiza cinco actuaciones: música en varias ventanas y jóvenes que se resisten a abrir a la Policía, pero que terminan siendo identificados. "Estáis molestando", les explica el agente, a lo que una joven intenta excusarse: "Ya... es que se ha calentado un poquito la cosa".
"Estábamos echando una copilla, un canutillo y ya está", se defiende otro chico. Unas explicaciones que la Policía oye prácticamente a diario. "Los fines de semana nos vamos a casa con nuestros padres mucha gente pero te juntas con los de la clase", agrega este mismo estudiante. Un riesgo, el volver a ver a sus familias, tras haber estado de fiesta sin mascarilla.
Desde la Policía Local indican que antes recibían unas 150 llamadas y que tras la llegada de los estudiantes reciben más del doble. Y es que, aunque los bares cierran, algunas fiestas continúan en casa. "Nos hemos comprado una cerveza para bebernos en nuestro piso", explica un estudiante.
Sin embargo, no todos los locales cumplen la normativa. "Había gente en el interior, que seguían consumiendo, que estaban sin mascarillas...", explica un agente, tras intervenir en un establecimiento que ya debería haber cerrado.
Es la crónica de una ciudad que mantiene la vida nocturna universitaria ajena a la pandemia, mientras los contagios se disparan.
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