Años de viaje, duras travesías y muchas esperanzas terminan de golpe en la vieja base militar en Sicilia, Cara di Mineo. Frank lleva dos años en este centro y explica: "estuve dieciocho horas esperando a que me rescataran del agua". Alejado de todo y de todos, en medio de la campiña siciliana, el centro de Cara di Mineo, una antigua basa militar americana, es el lugar al que vienen todos los inmigrantes a la espera de saber si les conceden finalmente el asilo.

Jay es otro joven que lleva un año y once meses en el centro italiano. "No estoy aquí para que me den comida, quiero papeles y trabajo". Mientras los permisos no llegan, como contrapartida los internos reciben una serie de ayudas.

Stanley lleva diez meses en Cara di Mineo. "Me dan tickets, me dan cigarrillos, me dan tarjetas, pero lo que no me dan es trabajo. Además, aquí estamos en medio de ninguna parte", cuenta Stanley. Por ello arriesgan su vida en bici por la autopista, en busca de trastos para vender y comida.

Mohamed, otro de los internos en el centro explica que "si tuviera documentos mi vida sería buena, pero estando en este campo, no lo es". Detrás de estas rejas...nadie cree que los políticos europeos puedan mejorar esta realidad.

Charles lleva dos años en Cara di Mineo. "Si te quedas aquí sólo te queda morir, no se puede mejorar nuestra vida aquí, es como estar en la cárcel", denuncia. Una cárcel que, según los que saben, tiene importantes problemas de seguridad.

Manuela Seppa, mediadora cultural del centro cuenta que "hay controles, pero hablamos de 4.000 personas y no es fácil tener claro quién entra y sale". Los que si está claro que entrarán son los últimos inmigrantes llegados a Sicilia tras los naufragios.

Hassan Cabri, otro de los mediadores culturales explica que "son muy vulnerables en este momento y no es lógico meter a estos chicos en un centro con otras 4.000 personas". 4.000 personas que siguen haciendo malabarismos para mantener vivo el sueño europeo.