Las desigualdades sociales y el entorno en el que vivimos dictamina nuestra esperanza de vida. Así lo han demostrado expertos en sanidad en toda España, donde dentro de la misma ciudad, la esperanza de vida puede variar hasta 10 años.
Según los médicos, la crisis ha acrecentado la diferencia entre ricos y pobres también en la consulta, donde las depresiones son diagnosticadas frecuentemente entre las clases bajas. Las políticas en favor de la igualdad, la única manera de acortar la distancia entre unos y otros.
De esta manera, nuestro código postal influye más en nuestra salud que el código genético. Así lo aseguran los epidemiólogos sociales y los expertos en sanidad de toda España, y lo demuestran con cifras. Tomando como ejemplo Bilbao, con tan solo recorrer su línea de metro desde Algorta hasta el casco viejo, la diferencia entre ambas estaciones es de ocho años de vida en los hombres y cuatro en las mujeres.
Amaia Bacigalupe, socióloga de la Universidad del País Vasco, lo achaca al avance desigual en la Comunidad. "Hay zonas que viven con las mismas condiciones de vida y salud que el conjunto de la Comunidad autónoma vasca de hace treinta años", asegura.
La diferencia se repite en ciudades e incluso en provincias. En Sevilla, y en cuestión de tasa de mortalidad, que junto a la esperanza de vida, es el baremo que fija nuestra mala o buena salud, hay diferencias entre localidades. Por ejemplo, en Brenes, la tasa de mortalidad en adultos entre 44 y 65 años es de 28,4 en mujeres y 83.5 en hombres. Pero solo cuatro estaciones al norte, en Lora del Río,la tasa de mortalidad pasa a 21 en mujeres y 66 en hombres.
Nuestras condiciones de vida, el entorno en el que nos movemos, influyen incluso en nuestra salud mental. Según Javier Segura, médico especialista en salud pública, "psicofármacos y depresiones son mucho más frecuentes en clases bajas que en altas". Un efecto que ha aumentado con la crisis, que traerá en el futuro un descenso importante en el nivel de vida.