Vuelven a clase para seguir aprendiendo y como Celina Ahanuchu, que tiene hijos en edad escolar, para poder compartir con ellos y ayudarlos: “Mi hijo está en segundo y hacemos las mismas cosas”. Celina llegó de Nigeria y ahora participa de las comunidades de aprendizaje de la Escola Mediterrani de Tarragona donde profesores, voluntarios, padres y alumnos deciden y aprenden juntos cuando acaba el horario lectivo.

Marc Samper, uno de los profesores explica las ventajas de la iniciativa: “El hijo puede ayudar al padre o a la madre y los padres pueden ayudar a sus hijos con los deberes y hace que haya más motivación”. En este barrio de mayoría gitana los padres acompañan a sus hijos en el proceso de aprendizaje: “La escuela era una cosa ajena a lo demás y ahora ven que no, que ellos son una parte de aquí y los niños se toman con más interés la clase” explica María Teresa Castañeda, otra profesora.

El programa se implementó hace dos años y el absentismo se ha reducido del 50 al 4%. Además, ha motivado a otros vecinos del barrio a apuntarse a la educación de adultos. Implicar a todos ha conseguido cambiar la percepción de la escuela, y también del barrio.