María fue la última persona que vio a Manuela antes de desaparecer. Al día siguiente habían quedado con el abogado de Manoli porque tenía pendiente el último juicio con su exmarido, del que se separó hace dos años y con el que no tenía buena relación, asegura. Pero al ver que no contestaba al teléfono, María se presentó en su casa extrañada.
"Cogí mi teléfono, empecé a llamarla y se escuchaba el teléfono. Algo que me parecía más extraño todavía, porque ella va con el teléfono a todos los lados", ha afirmado María Cintado, amiga de Manuela.
Alertada, avisó al hermano y entraron en la casa. La puerta estaba cerrada con llave. "La luz del salón estaba encendida, la tele, el teléfono encima de la cocina. La casa estaba intacta", ha añadido.
En la puerta de su casa, que sigue precintada desde esa madrugada, es donde se pierde el rastro de Manoli, de 42 años, y madre de dos hijos, que se encontraban con el padre pasando el verano en Sevilla.
Nadie oyó ni vio nada esa noche. Y desde entonces, hace casi dos meses, ni una pista pero todas las hipótesis siguen abiertas, dice la Guardia Civil. Aunque su familia no tiene dudas: la madre tenía dos hijos que adoraba y planes por lo que nunca se iría.
"A la fuerza, o engañada o de alguna otra manera pero por voluntad no se ha ido", ha asegurado Alfonso Franco, primo de Manuela.
Las calles de Monesterio, en Badajoz siguen empapeladas con su foto. Aquí se han volcado en su búsqueda. Se han organizado varias batidas por el pueblo y los alrededores, en zonas acuáticas, con helicóptero. Y piensan seguir, el viernes se reúnen de nuevo para organizar una nueva búsqueda.
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