El horóscopo sigue ocupando un hueco esencial en la cultura popular, a pesar de sus orígenes babilónicos. El interés por esta práctica esotérica ha ido creciendo con el paso de las décadas en todo el mundo, pues son miles de personas las que aún consultan a diario su signo del zodiaco en busca de respuestas.
La palabra 'horóscopo' proviene del griego (hora skopein), que traducido significaría: 'observar la hora'. Consiste en la predicción del futuro de una persona, basada en la posición de los astros en la hora de su nacimiento. Según la fecha y la posición del Sol es posible averiguar el signo de un individuo, puesto que solo 12 constelaciones son atravesadas una vez al año por esta estrella. Se cree que estos signos tienen la capacidad de definir la personalidad de las personas que nacen en un determinado periodo astrológico.
El origen del horóscopo, según diversas investigaciones, se sitúa en Babilonia, hacia el siglo V a.C. Sin embargo, fue gracias a Alejandro Magno y, a su reconocimiento místico, cómo esta creencia se propagó por toda Asia. Siglos más tarde llegó a Grecia y Egipto, donde fue modificado hasta convertirlo en lo que hoy en día lo conocemos: un tipo de oráculo, adivinación.
Una vez asentadas las bases de la astrología a nivel mundial solo bastaba sentarse para observar como esta pseudociencia iba ganando terreno en la sociedad. En la actualidad es notorio que los horóscopos aparezcan en todas partes: sea en la prensa, televisión o internet. La astrología ha conseguido atraer la atención de los seres humanos desde hace cientos y miles de años hasta instaurarse como cultura popular consumida masivamente.
¿Por qué sigue interesando el horóscopo?
Esta práctica esotérica no cuenta con una base científica u estudio que la respalde de manera indudable. No obstante, posee numerosos adeptos, a pesar de que hay personas que prefieren no decirlo abiertamente. Este hecho resulta de interés y pone el foco en un tema poco estudiado en el ámbito social. Entre los pocos estudios destaca el del filósofo y sociólogo Adorno, que analizó el alcance de los horóscopos en la sociedad en su libro 'The Stars Down to Earth, en el que englobaba la astrología como "un fenómeno más de la industria sociocultural". En él explicaba que las personas tienden a creer en los signos del zodiaco por fines de autoayuda, como una manera de justificar momentos dolorosos y alcanzar así la resiliencia.
En otras palabras, los factores psicológicos, asociado al conocido Efecto Forer, son el fundamento sobre el que se rigen los horóscopos. Este efecto ha sido muy estudiado en psicología social y gracias a él se puede entender por qué esta creencia posee tantos seguidores, ya que expone las causas de sentirnos identificados con nuestros signo del zodiaco: los seres humanos tendemos a aceptar como reales explicaciones o descripciones que otros dan acerca de nuestra personalidad, creyendo que se adaptan a nosotros mismos, a pesar de ser generales o banales y, por ende, con la posibilidad de ser aplicados a cualquier persona, no a un individuo en concreto.
Definitivamente, el papel social que desempeñan los horóscopos va, sin duda, ligado a la sensación de comodidad y bienestar que genera en cada persona leer el horóscopo. Es una forma que existe de entender el mundo que les rodea, dejando de lado la sensación de vacío o ansiedad.