En 1996 la televisión dio a conocer a uno de los personajes más icónicos del entretenimiento español. Aquellos que encendieron su aparato para ver ‘Esta noche cruzamos el Mississipi’ se toparon con una novedad: en pantalla, una despampanante mujer pelirroja, vestida de sultana de los pies a la cabeza, hablaba al micrófono del programa. En sus palabras no había un ápice de nerviosismo. Tampoco de corrección. Por aquel entonces, Pepe Navarro, el presentador del ‘show’, no sabía ni su nombre. Aunque pronto lo sabrían él y toda España.
Cristina Ortiz, más conocida como ‘La Veneno’, llegó a la audiencia de los 90 como un marciano recién caído del cielo. Como ella misma le contaba a Valeria Vegas, la autora de su biografía, en una conversación recogida en el documental 'Ellas', La Veneno no buscó la fama, sino que la fama buscó a La Veneno. Así lo describe también Vegas en una entrevista con Fórmula TV: “A diferencia de los demás colaboradores de aquel Mississipi, que eran actores y tenían representantes y formación, La Veneno era una prostituta callejera, y la fama cambió su vida”, explica.
Cristina, además de trabajadora sexual, era una mujer trans. Y ante el contexto sociocultural de hace dos décadas, sus apariciones en directo mandaban un mensaje muy rotundo: estas personas son reales y merecen espacio. “Era un referente de visibilidad. Esta mujer existía, aunque todo el mundo la tenía como el diablo”, afirma la biógrafa en la entrevista mencionada.
La Veneno se convirtió en un icono del colectivo trans sin saberlo, sin buscarlo tan siquiera. A raíz de la serie de Atresmedia dedicada a su figura, dirigida por Javier Calvo y Javier Ambrossi —y conducida con las pautas de Valeria Vegas—, su notoriedad se ha elevado a niveles nunca vistos. No solo entre las personas trans, sino en todo el público en general. Incluidos aquellos que, por su corta edad, no sabían de su existencia.
Más allá del ‘juguete roto’ de la tele: la persona antes que el personaje
Lola Rodríguez, que encarna el personaje de Valeria en la serie ‘Veneno’, es el perfecto ejemplo de la transversalidad que ha adquirido el recuerdo de Cristina Ortiz. A pesar del cansancio y de las decenas de entrevistas que ha tenido que dar desde el estreno de la serie, la actriz y estudiante de Psicología reúne un rato para charlar con laSexta.com. Rodríguez nació en 1998 y, como muchos de nosotros, sabía lo justo de La Veneno: “Yo la conocí a los 9 años, y no entendía tanto su figura ni lo que decía. Aun así, la admiraba como mujer trans, pero no la tenía como un referente”, afirma al otro lado del teléfono.
La actriz insiste en que La Veneno siempre estuvo condicionada por su personaje, que fue objeto de burla y siempre concebida como “una loca que solo buscaba fama”, cuando la realidad, apunta, fue muy diferente: “Lo único que quería Cristina era sentirse querida, el problema está en que lo único que le brindó eso fue la tele. Por eso quería volver a ese punto continuamente”.
En esta línea, Rodríguez cree que gracias al trabajo de Valeria Vegas y a la forma en la que se ha contado su historia en la serie, la imagen de La Veneno ha sido dignificada: “Al fin se ha visto a una persona detrás de un personaje. Gracias a la serie hemos estado con ella, la hemos visto más allá”, incide la estudiante.
La Veneno, un referente por supervivencia, no por convicción
Cristina Ortiz nunca destacó por tener un lenguaje delicado. Precisamente, su falta de pelos en la lengua, igual que sus curiosas expresiones —como ¡digo!— se popularizaron casi de la noche a la mañana. Su trayecto por la tele fue intermitente, pero muy extenso, y su paso por los platós dejó declaraciones de todo tipo de temas, incluso de los abusos que sufrió en su pueblo natal, en Almería, y del rechazo de su familia.
La Veneno fue preguntada en multitud de ocasiones por la transexualidad, especialmente en los programas de corazón que visitaba regularmente. Hay quien cree que sus comentarios con respecto a este ámbito no siempre fueron acertados, y Lola Rodríguez, pese a que admira su figura, recoge algunos de estos pensamientos: “La Veneno lanzó multitud de mensajes transfóbicos. Pero hay que entender cuál es el trasfondo de su agresividad: esta mujer había comido tanta mierda de la sociedad que hasta ella misma caía en esos comentarios”, apunta.
Rodríguez recalca un aspecto muy importante de Cristina Ortiz: “Para mí La Veneno es un referente, pero no un referente de vida. Es decir, no hay que seguir sus pasos, sino que su figura es una lección para saber todas las cosas que no tenemos que hacer como sociedad. Es un referente para saber que el amor es lo principal en cualquier persona”, expresa.
Ante esto, la actriz describe que esta mujer sí ha sido un salvavidas para muchas personas del colectivo, pero más como un reflejo que como una activista: “Nadie luchó por La Veneno. Ella luchó por ella, luchó por sobrevivir, y salió de lo que estaba viviendo con lo que pudo. Lo que ocurre es que en su paso representó a muchas personas, porque lo que sufrió Cristina Ortiz lo siguen sufriendo muchas personas a día de hoy”.
Cristina Ortiz es un referente para saber que el amor es lo principal en cualquier persona
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Actos como la publicación del libro ‘¡Digo! Ni puta ni santa. Las memorias de La Veneno’ o el estreno de la serie de Atresmedia, que han logrado ser auténticos éxitos, sirven, ante todo, para una cosa: sacar de la invisibilidad a un colectivo absolutamente menoscabado por la sociedad.
Lo que sufrió Cristina Ortiz lo siguen sufriendo muchas personas a día de hoy"
“Las personas que han visto ‘Veneno’ han hecho un ejercicio de humanidad”, señala Rodríguez. En este sentido, la joven abraza una palabra que acompaña el resto de la conversación, aún de forma indirecta: empatía. Saber la realidad, conocer la historia de Cristina Ortiz inyecta una dosis de empatía en el espectador: “Esto es un cambio. Habrá tantas niñas y niños en sus casas que se sentirán incomprendidas, que sus padres no sabrán nada… a mí, por ejemplo, solo conocer la existencia de Carla Antonelli —actriz, política y activista trans— me cambió la vida. Necesitamos que se nos escuche, que se nos vea como personas, y la serie es un primer paso para ello”, afirma.
Rodríguez es consciente de que a la ficción no se le puede pedir más de lo debido. El relato de Cristina Ortiz también implica comedia y entretenimiento para el que la disfruta. Pero, como ella misma explicaba anteriormente, todo suma. Y, desde luego, se muestra optimista: “Esto va a cambiar. Tengo la certeza, porque una serie así no podría haberse hecho antes, nadie tenía el valor para hacerla. Estamos demostrando que la situación está empezando a cambiar. Estamos aquí, valemos y merecemos el mismo espacio que los demás”, sentencia.
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