Como todos los años, estos días, son muchos los niños y las niñas que andan escribiendo sus cartas a los Reyes Magos para pedirles sus regalos. Y aunque ya los hay que las escriben con ordenador, otros siguen haciéndolo a mano. Es el caso de Violeta Latorre, una niña de siete años, que en los años 60 escribió una carta a mano que ahora está expuesta en la muestra de juguetes antiguos del Jardín Botánico de Madrid.
Se trata de un proyecto de Javier Santos Lloro, quien comenzó a coleccionar con 11 años y ahora muestra orgulloso, dice, su mayor tesoro: juguetes que recrean las carnicerías, farmacias, lecherías o bares de la época. "Aparecen cartas de distintas épocas", explica Santos, que destaca que "los niños pedían muy pocas cosas como una bolsa de caramelos o unas pinturas".
"El siglo XIX es un siglo fabuloso de ahí el hecho de que haya todos esos juguetes de cocinitas o tiendas", insiste Antonio Santos Lloro, fabricante de juguetes. Muchos incluso están tallados de madera como un juego con casillas de liberación de prisioneros o campos de concentración o deportación. "Es muy ilustrativo de la realidad del momento donde se produjo", explica Javier Santos Lloro, que explica que hay "juguetes políticos como algún niño falangista o algún juguete republicano o de muertos".
Y es que así jugaban los niños de entonces: a enterrar a los muertos, con un tambor que muestra el yugo y las flechas o un parchís donde el verde y el amarillo representan el subsidio familiar o la repatriación de menores. Ferias, circos y teatrillos a los que acudían también los adultos, a recuperar esa inocencia infantil. Ahora, incluso, las mascarillas han llegado a los juguetes en un año, en el que la ilusión de escribir a sus majestades, a pesar de la pandemia, sigue como siempre.
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