Decenas de inmigrantes subsaharianos han llegado a Lleida para trabajar en la campaña de la fruta pero no consiguen empleo y no pueden volver a casa. "Hace diez años que venimos aquí. Cada año venimos para trabajar en el campo, en la fruta de Lleida", explica un inmigrante.
Sin papeles, malvivir es la única opción que les queda. Unos contenedores industriales se han convertido en un poblado improvisado donde estos inmigrantes malviven sin agua, sin electricidad y en condiciones insalubres.
A diez kilómetros, en pleno centro de Lleida, hay otro asentamiento. "No hay albergues. En todo el campo hay albergues, sólo faltan alberges aquí", cuenta un inmigrante. Subsisten juntando el poco dinero que tienen. "Cada uno trae un euro o dos y con eso comemos. Lo das, si no, no pasa nada y comes con todos", explica.
El Ayuntamiento ha habilitado baños portátiles y destina 300.000 euros en ayudas a inmigrantes, pero no en alojamiento. "Creemos que esto es responsabilidad absoluta de las personas que van a contratarlos", opina Josep Presseguer, Presidente y 2 º Teniente de Alcalde del Ámbito y Comisión de Servicios a las Personas y Empleo.
Las empresas se aprovechan de su precaridad y les contratan por precios muy bajos y sin Seguridad Social. "Los gerentes de las empresas van ahí y cogen a 20 o 30 inmigrantes en una furgoneta, les pagan y al día siguiente, si les encuentran bien y si no también", se queja José María Companys, responsable de los temporeros.
Los vecinos denuncia su situación. "Están aquí porque no tienen otro sitio donde ir", dice una joven. "Nadie les facilita un lugar donde vivir", añade otra. Mientras, los campos de miseria proliferan en los campos de Lleida.