Totalmente controladas. Tanto que las obligaban a trabajar seis días a la semana en jornadas de 12 horas. Así tenían al menos a 200 mujeres. No tenían escrúpulos. Entre sus víctimas había cuatro menores de edad y hasta una mujer discapacitada.

Apuntaban sus turnos y el dinero que generaban en un cuaderno. El grupo captaba a mujeres con problemas económicos en Rumanía. Les pagaban el viaje y una vez aqui las obligaban a prostituirse para pagar lo que les debían. Una deuda imposible de saldar porque ellas apenas obtenían beneficios.

Las aleccionaban en un piso de Barcelona en el que las obligaban, aún sin hablar español, a memorizar frases para atraer a clientes. Después, pasaban a clubes de alterne o directamente a carreteras catalanas. Un auténtico infierno en el que los castigos eran continuos.

Una de las chicas, captada cuando era menor, no puso soportarlo y se suicidó en septiembre. La Policía ya ha detenido a nueve miembros del grupo. En los registros, han intervenido más de 7.000 euros en efectivo y diversas armas.