Se llama Barry, es de Guinea y uno de los últimos subsaharianos en llegar a Rabat después de intentar saltar la valla de Melilla. Participó en el salto del día que vimos cómo soldados marroquíes entraban en suelo español. Asegura que le bajaron de la valla a base de palos y pedradas. Dice que los esposaron y después, junto a otras decenas de subsaharianos, les metieron en un autobús.

Y en Rabat les abandonaron. Barry nos enseña la que es ahora su casa, un piso al que llaman 'guetto', donde comparte comida y habitaciones con casi 40 inmigrantes. Rabat es para ellos una prisión, donde no tienen trabajo ni dinero.

Como él hay cientos en toda la ciudad, ONG como Cáritas o Gadem están desbordadas y han tenido que cerrar. Sus centros se estaban convirtiendo en hospitales, porque así llegan muchos de los inmigrantes, con la cara destrozada, pisoteada, según denuncian, por agentes marroquíes.