Jamie Leigh Twidale, de 24 años, estaba bañando a Skyelar y Harley, sus hijos de tres y cuatro años, cuando sufrió un ataque de epilepsia que acabó con su vida en Hartlepool, Inglaterra.

Los pequeños creyeron que su madre se había quedado dormida y pasaron la noche junto al cadáver, según publica 'Daily Mail'.

A la mañana siguiente, los profesores de los niños, alarmados por la ausencia de los pequeños porque sabían de la enfermedad de Jamie, intentaron ponerse en contacto con ella y al no conseguirlo, llamaron a Elisabeth, la abuela materna, para informarla de la situación.

Elisabeth acudió a la casa de su hija para averiguar que ocurría y se encontró un panorama desolador: sus nietos desnudos junto al cadáver de su hija.

Los pequeños, que no acaban de creer lo ocurrido, vivirán a partir de ahora con su abuela y su tío de 18 años.