Halloran repasa los datos demográfico de la tierra en el último siglo, destacando los conflictos mundiales por el incremento de la tasa de mortandad. El autor se centra en esos y los destaca explicando qué acontecimiento en concreto causó el incremento de los fallecimientos.
A partir de ahí, comienza a desgranar los datos armamentísticos, sobre todo las armas nucleares, así como quienes la poseen. Hiroshima y Nagasaki, las dos ciudades asediadas por estas armas, se saldaron con 129.000 y 246.000 muertes. Con lo avanzada que está la tecnología militar hoy en día, esas cifras serían irrisorias.
Pero no solo son más fuertes y avanzadas, sino que que su cantidad es mucho mayor. En total, aproximadamente 17.000, prácticamente todas de Estados Unidos y Rusia. El resto pertenecen a Francia, China, Reino Unido, Pakistán, India, Israel y Corea del Norte.
Halloran tasa en 500 millones la cantidad de personas que morirían en los primeros compases del conflicto, aunque el polvo esparcido después de detonar la bomba causaría muchas más.