Desafiante con los medios, con peinetas con ambas manos incluidas ha llegado Naskir a un juicio al que, probablemente, nunca pensó que tendría que enfrentarse. En la entrada de la sala, sin embargo, decía a los periodistas que estaba arrepentido.
Naskir, de 22 años, no tendrá en su contra un elemento esencial para la acusación: la declaración de la mujer a la que presuntamente dio una paliza de muerte. Ella se ha negado a decir nada y cuando la escuchado hablar, el acusado ha llorado.
Los testigos de la Guardia Civil han declarado en el juicio que ella les confesó que no dijo la verdad en urgencias, donde afirmó que se había caído por las escaleras pero a pesar de esta confesión, cuando llegó el momento de denunciar en firme, según la Guardia Civil, se sintió mal y se echó atrás.
Por lo tanto, contra este hombre sólo quedan como prueba unas explícitas imágenes que se han proyectado y el acusado ha llorado al verlas. De este vídeo dependerá el destino de esta mujer húngara, al que se ha referido la vicepresidenta de la Generalitat Valenciana: "Espero que la Justicia encuentre el camino para proteger a la víctima por un lado y para juzgar al agresor".
Si el miedo que, según la Guardia Civil, tiene Eszer no se atenúa, será complicado que la Fiscalía obtenga los dos años y tres meses de cárcel que pide para el acusado. Quienes tratan con mujeres víctima de violencia machista están muy pendientes de este juicio por que puede ser un espejo en el que muchas se miren: para ellos, el miedo es su gran caballo de batalla.
Un terror a las represalias de un hombre que tiene, además, antecedentes por pertenencia a banda criminal y secuestro y cuyos presuntos abusos nadie habría cuestionado si unas cámaras providenciales no hubieran captado unas imágenes por pura casualidad.