El sospechoso ha declarado que tiró los restos mortales de su esposa al mar, pero no de forma inmediata. Primero los tuvo unos días en casa, luego intentó quemarlos en una parrilla en el jardín y, cuando vio que de ese modo no podía hacer desaparecer el cuerpo, pensó en el mar.
Sin embargo, al mover de nuevo el cadáver, este se rompió por los daños que le había ocasionado el fuego. Según su propia versión, entonces Raúl D.C. recogió los restos, alquiló un coche y los tiró al Atlántico en varios puntos de la costa de Lanzarote, los mismos que la Guardia Civil rastrea desde el lunes.
Algo que también contó a un primo suyo por teléfono, según la investigación, lo que fue clave para detenerle.
La Guardia Civil ha comenzado la inspección ocular de la vivienda, el registro del despacho donde trabajaba y el del coche de alquiler que habría utilizado para deshacerse del cuerpo.
Sus constantes contradicciones están complicando el trabajo de los investigadores. Sigue manteniendo que él no la mató, que regresó a casa tras una pelea el día 1 de enero y que Romina ya estaba muerta. Dice que se puso nervioso y que, por eso, se deshizo del cuerpo.