El joven ha contado su historia en la 'BBC', en una entrevista en la que cuenta que fue en el 2013 cuando decidió irse de Etiopía en busca de una vida mejor. Comenzó su viaje a Libia con otros migrantes, por el que tuvo que pagar 600 dólares a los traficantes: "Éramos 98 en un camión. La gente tenía que sentarse unos encima de los otros y el calor era insoportable", relata Harun.
Los grandes problemas llegaron cuando estaban en la frontera de Egipto, Libia y Chad, donde los contrabandistas quedaban para intercambiar migrantes. "Los que nos llevaban nos dijeron que nos habían comprado a 400 dólares cada uno, y que a menos que les devolviéramos ese dinero no iríamos a ninguna parte", recuerda.
"Nos obligaron a beber agua caliente mezclada con petróleo para que les pagáramos cuanto antes. Nos dieron una pequeña cantidad de comida, y solo una vez al día. Nos torturaron todas las noches". El joven finalmente no pudo conseguir el dinero y tuvo que quedarse retenido en el campamento durante 80 días.
"Nos torturaron poniéndonos bolsas de plástico en la cabeza, atando nuestras manos a la espalda y sumergiéndonos en un barril lleno de agua. Nos golpeaban con cables de acero", lamenta.
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Tras un mes de torturas, su familia vendió todas sus pertenencias para enviarle dinero. Finalmente, llego al norte de la capital libia, Trípoli, donde se dispuso a cruzar el Mediterráneo hacia Europa. Ahora, en Alemania, la vida le sonríe pero no olvida el calvario que ha tenido que pasar.