Miguel Pajares, el sacerdote español contagiado por el virus del Ébola, ha muerto este martes a las 9.28 horas. Según el equipo médico que le ha atendido en el hospital Carlos III de Madrid, hasta el día anterior se había mantenido estable pero adormecido.
Su estado había empeorado durante la madrugada y, finalmente, ha sufrido un fallo multiorgánico. Los expertos aseguran que Pajares atravesaba uno de los momentos más críticos de la enfermedad. No le funcionaba el riñón, padecía tifus y tenía problemas cardiacos.
Según explican, durante los primeros 15 días, desde que aparecen los síntomas, la carga de virus en sangre es muy alta, llegando a ser letal.
"De cada 100 enfermos que padecen la enfermedad de verdad 90 mueren", ha aseverado José María Martín, asesor de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Los médicos que han estado con él desde su repatriación admiten el impacto que ha causado su muerte. También en la familia del sacerdote fallecido tenían la esperanza de que se salvara.
Sin embargo, Begoña Martín, prima de Miguel Pajares, ha reconocido a la Cadena Ser que contaban con este desenlace. "Si él saliera de esto, la vida que le hubiera esperado después habría conllevado un gran tratamiento psiquiátrico. Su cabeza no lo habría podido soportar", ha considerado Begoña.
El presidente del Gobierno Mariano Rajoy ha querido también ofrecer su pésame a los familiares a través de Twitter. También han enviado sus condolencias, a través de esta red social, el líder de los socialistas Pedro Sánchez y la Casa Real.
En su pueblo natal, localizado en el municipio toledano de La Iglesuela, han decretado tres días de luto.
"Venía a La Iglesuela a descansar y a estar un poco con dios. Alguna vez me comentó que cuando iba a África era para hacer misiones. Cuando venía aquí era para ir a la iglesia y ejercer un poco su profesión", ha explicado Víctor Eduardo Elvira, alcalde del municipio.
Una profesión, la de misionero, que le había impedido dejar a su equipo de Liberia en tierra.
El religioso tenía 75 años y había sido intervenido del corazón. Su equipo médico asegura que tenía ganas de seguir viviendo. De hecho, él mismo autorizó recibir el suero experimental.
Pajares desconocía que sus hermanos de la orden, George y Chantall, habían muerto por ébola. Ninguno de los tres hermanos ha podido plantar cara a la enfermedad.