Los trajes de los trabajadores de la empresa mixta de servicios funerarios de Madrid son similares al de los médicos y auxiliares y han sido comprados por ellos mismos por si hubiese un fallecido por ébola. “Se entiende que es un tema de salud pública y que el servicio no termina con el fallecimiento de la persona, sino hasta que es incinerado”, afirma Baltasar Ballardón, gerente de la empresa.

Sin embargo, el protocolo del Ministerio de Sanidad deja prácticamente fuera a las funerarias. Sólo siete líneas para explicar cómo proceder con un cuerpo infectado por ébola en uno de los momentos más peligrosos y contagiosos de la enfermedad, mientras que la Organización Mundial de la Salud dedica dos páginas y hace referencia hasta el equipamiento de los trabajadores: traje impermeable, mascarilla, gafas de protección y dobles guantes.

Por eso, la Asociación Nacional de Servicios funerarios ha escrito una carta a la vicepresidenta del Gobierno. “Nos sorprendemos cuando sólo se miran los aspectos económicos y no los sanitarios”, señala Víctor Humanes, vocal de la 'Asociación Nacional de Servicios Funerarios'.

Ellos quieren máxima seguridad y recuerdan que están preparados con bolsas impermeables y féretros completamente sellados, como los que trasladaron a los misioneros Miguel Pajares y Manuel García Viejo. Lo hornos crematorios también cumplen la normativa, sólo falta, dicen, que el Ministerio se acuerde ellos y les incluya.