Como a cualquier madre, Mussa llama a la suya para decirle que ha llegado a Melilla y está bien. "He comido, me he vestido", confiesa emocionado. Su madre llevaba esperando la llamada cuatro años, los que ha pasado malviviendo en el monte Gurugú. "Siente una alegria inmensa, mucha paz, porque por fin han podido dejar atrás todo el horror de la travesía", explica Yonaida Selam, miembro de ONG Intercultura.

A los inmigrantes recién llegados no les preocupa la saturación del CETI de Melilla, que está al cuádruple de su capacidad. Se sienten en un paraíso, con aire militar y paredes de tela de tienda de campaña. "Melilla está bien, hemos dormido bien".

El CETI, con capacidad para 472 personas, se ha quedado muy pequeño para los casi 2.000 inmigrantes a los que acoge. El Ejército ha ofrecido diez tiendas de campaña y ha cedido literas para 753 personas. Por su parte, la Cruz Roja también ha instalado 16 tiendas de campaña, con una capacidad de 20 personas en cada una. Además, ha repartido 200 lotes de mantas y ropa.

La clave para atender esta emergencia social es la planificación. Cruz Roja tenía un stock previsto para una situación así y a personal entrenado y formado: un total de 34 personas que ahora ya trabajan sobre el terreno.