"Se vende Bien de Interés Cultural por 10.000 euros". Ni siquiera los hórreos gallegos se escapan a la compraventa en la red. Estos graneros tradicionales del noroeste peninsular protagonizan anuncios como estos: "Hórreo gallego de piedra: perfecto estado de conservación, 4.900 euros" o "Piedra en buen estado, 10.500 euros".
Pero ojo con los anuncios, estas construcciones están protegidas por ley. "Hay muchísima gente que vende patrimonio a través de la red sin saber que está cometiendo un expolio", afirma Carlos Fernández, presidente de la Asociación en Defensa del Patrimonio Cultural de Galicia.
Todos los hórreos construidos antes de 1901 son Bienes de Interés Cultural y comprarlos podría constituir un delito. "Cualquier obra que se ejecute en un hórreo tradicional requiere la previa autorización de la Dirección General de Patrimonio Cultural de Galicia", explica Fernández.
Los hórreos de las casas particulares en Galicia suelen medir de media entre cinco y 10 metros. Pero también los hay de récord. Uno de Rianxo, en la provincia de A Coruña, alcanza los 37 metros de longitud y está considerado el hórreo más largo del mundo.
Si el hórreo está catalogado también sería un delito urbanístico moverlo sin permiso. La característica fundamental de un buen hórreo es que esté aislado perfectamente del suelo, así los productos que se conservan en su interior no se pudren debido a la humedad del terreno.
Los expertos piden que se retiren estos anuncios porque "nuestro patrimonio es algo que no tiene precio".

Tienen miedo a represalias
Los repartidores de Barcelona denuncian la precariedad laboral que sufren: jornadas interminables, sin descansos...
El contexto Los repartidores están en una situación límite dada su precaria jornada laboral donde tienen miedo a represalias por denunciar las condiciones en las que trabajan.