En la tragedia de Halloween del pasado 31 de octubre en la sala Madrid Arena, el problema se centraba en que el Samur no podía entrar al recinto por ser una propiedad privada. El técnico de la ambulancia hace una propuesta descabellada a la amiga de Belén Langdon, una de las víctimas mortales, cuando llamaba desconsolada pidiendo ayuda: ir hasta el Paseo de Extremadura, lo que supone recorrer casi un kilómetro con su amiga a cuestas.
Ubicaron las ambulacias allí cuando la sede del Samur está situada a cuatrocientos metros del Madrid Arena. Además, pese a la intranquilidad y nerviosimo de la joven que llama, el técnico del Samur le responde con dejadez, sin darle ninguna credibilidad a la joven.
Muchas llamadas llegaron al servicio de ambulancias, entre ellas también la de un amigo de Rocío Oña, otra de las víctimas mortales. Ellos estaban intentando sacar del recinto a la joven, y tras llegar a la parte subterránea del Madrid Arena se encontraron con la puerta cerrada.
Y es que el Samur no podía acceder, se trata de un fallo de protocolo. Hasta que no se reciba la orden de un mando superior nadie puede entrar en las instalaciones. La orden se recibió a las cinco de la mañana, pero para entonces ya era demasiado tarde.