Victoria lleva cuatro días en el hospital de León y cuando llega la comida, se olvida de médicos y agujas. En una encuesta, los directivos del centro vieron que el peor recuerdo que tenían los niños hospitalizados era la comida. "Invertimos muchos recursos en que nuestros pacientes coman bien y sano y nos parecía tremendo que los niños dijeran que lo peor de su estancia era la comida", explica Soledad Parrado, subdirectora de gestión del Hospital de León.

Así que cocineros y dietistas, con el mismo producto, hicieron magia: un rey con pelo de lechuga y orejas de tomate, una tortilla española servida por la mismísima gallina y con verduras perfectamente camufladas.

Con el mismo dinero, han conseguido que los niños no dejen ni las miguitas y han visto que los trampantojos son casi la mejor medicina. La otra batalla de todo padre: que el niño se coma el pescado, pues hasta eso han logrado.

En ese hospital hasta la carta es divertida, los niños tienen que elegir a primera hora de la mañana entre cuatro primeros y cuatro segundos pero siempre señalando los dibujos.

Algunos niños se llevan el menú a casa para que cunda el ejemplo y dejan cartas diciendo lo mucho que les gusta la carta.