Estar durante toda la vida trabajando y pasar a no tener ninguna obligación laboral es uno de los momentos en los que más riesgo se corre de padecer una depresión. Se calcula que unas 350 millones de personas en todo el mundo padecen este trastorno psicológico, de cuales el 12,3% son mayores de 65 años.

La enfermedad suele cursar con tristeza, ansiedad, irritabilidad, bajo estado de ánimo, dificultades de atención y concentración, fatiga, cambios en el apetito, alteraciones del sueño o cefaleas, entre otros síntomas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que dos terceras partes de los afectados por un trastorno mental no llegan a pedir nunca ayuda a un profesional sanitario, a pesar de que se prevé que uno de cada cuatro sufrirá alguna forma de trastorno mental o neurológico a lo largo de su vida.

Precisamente, y a pesar de que la depresión puede afectar a cualquier persona, son los mayores los que más riesgo tienen de padecerla y, especialmente, aquellos que están cerca de la edad de jubilación o que acaban de jubilarse.

"Una persona que durante 40 o 50 años ha dado mucha importancia a su vida laboral y, de repente, ve truncada esa vida, requiere unos procesos de reequilibrio importantes que condicionan el riesgo de sufrir una depresión ante la capacidad de adaptación a la nueva situación", ha señalado Lacalle.

Ante ello, la experta ha destacado la importancia de ver la jubilación como un luto, un proceso psicológico que se experimenta después de cualquier pérdida. Además, se aconseja a aquellos que se van a jubilar que vayan reduciendo progresivamente el ritmo de trabajo para que la rotura con la vida activa no sea tan brusca ni aparezca de repente en un escenario nuevo que desestabilice la seguridad emocional.