Cristóbal López presumía de lo bien que le iban los negocios. En una entrevista, alardeaba de sus grandes cualidades como jefe. Se definía así mismo como alguien íntegro y horado. Aficionado a montar a caballo, llegó a cobrar hasta un millón y medio de euros al mes.
Se había comprado dos casas de lujo y un coche valorado en 70.000 euros y todo cuando había dejado de pagar a sus trabajadores, así lo recoge en el auto del juez. En sus clínicas entraba dinero a espuertas y sino sólo hay que ver todos los billetes que enseñan sus trabajadoras en una foto, y con ello López organizaba fiestas en su domicilio.
Pero de la ostentación pasó a la ruina, con un mensaje de audio reconoció a sus trabajadores que cerraba las clínicas. Los afectados se han vuelto a reunir y están recogiendo firmas para que también sea juzgado por un delito contra la salud pública.