Un experimento de Matthew Staymater, ingeniero mecánico y dinamista de fluidos del Nist, en Nueva York, ha mostrado cómo se propaga un estornudo cuando una persona utiliza mascarilla y cuando no lo hace.
El experimento muestra cómo la mascarilla debería ser un complemento más al menos mientras dure la pandemia. El motivo se puede ver en la grabación a 250 frames por segundo del torrente de aire que sale de nuestra boca cuando tosemos sin ella.
Tal y como se puede ver en el vídeo, al toser expulsamos un torrente de aire con posibles partículas contaminadas que, al llevar la mascarilla se transforma en una onda que vuelve hacia la persona que la expulsa.
El experimento también muestra como la mascarilla contiene el aire expulsado al hablar o al respirar. En todos los casos el aire consigue salir de la mascarilla, pero en vez de en torrente en remolinos y ondas que reducirían la distancia de alcance del virus de dos metros sin mascarilla a 30 centímetros con ella.
El estudio ejemplifica cómo llevar la mascarilla es la mejor manera de frenar el virus. Sin embargo, su funcionamiento es nulo si asomamos la nariz. Además, solo se puede frenar el virus si se acompaña su uso con la norma del lavado de manos y distancia de seguridad.
Se queja, pero no vive ahí
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