Cuando conoció su diagnóstico, la entonces pareja de María la rechazó. "Al contrario de lo que se espera de una pareja, que es que te acompañe, que te cuide... Lo que me encontré fue rechazo y miedo por la posibilidad de haberlo infectado", explica.

Víctor la escucha con atención. "Yo sí conté con el apoyo incondicional de mi pareja", dice él.

La historia de María y Víctor tienen poco en común. Ni por edad, ni por vivencias. Sin embargo, hay algo muy importante que los une a ambos: un virus se cruzó en sus vidas y lo trastocó todo.

A Víctor le diagnosticaron el VIH en 1993. María fue una de las infectadas por el coronavirus en la primera ola de la pandemia, en marzo de 2020. Ambos son dos de los protagonistas de la campaña que la ONG 'Imagina MÁS' ha puesto en marcha de cara al Día Mundial de la lucha contra el SIDA, con el objeto de concienciar acerca de ambas enfermedades y de explicar los estigmas de ambas.

"La vacuna contra el estigma eres tú", reza el lema de la acción, más actual que nunca, tanto contra el virus que provoca el SIDA como contra el SARS-CoV-2, que provoca la COVID-19. El estigma, los juicios, el señalamiento que sienten los enfermos de ambas enfermedades son las protagonistas de esta publicidad que busca atizar la empatía de la población.

"El COVID-19 ha despertado viejos fantasmas que recuerdan a lo que las personas seropositivas ya conocen", explica el fundador de Imagina MÁS y co-director de la campaña, Iván Zaro. Los carteles de la primera ola que buscaban echar a empleados de supermercados de sus edificios, a sanitarios de sus hogares o incluso el caso de Elena Cañizares, la joven que enfermó de COVID-19 y que denunció que sus compañeras querían sacarla del piso compartido son solo algunos ejemplos de este señalamiento público que los enfermos de la pandemia han sufrido.

Un juicio público que las personas diagnosticadas de VIH llevan 30 años aguantando.

El VIH como "purga social"

"Algunas campañas del COVID-19 tratan de culpabilizar a las personas. En el caso del VIH, se utilizó como una suerte de purga social: los enfermos eran gente que había tenido conductas muy extremas, gays, trans, prostitutas... Se usó para enjuiciar y señalar la homosexualidad", apunta Zaro, autor de 'La vida a través del espejo' (Punto de vista), un libro que habla de la historia del VIH y que cuenta con testimonios de personas que lo padecen.

La pandemia del coronavirus ha dejado en un segundo lado cualquier otra enfermedad que se esté padeciendo en todo el mundo. Toda la investigación está enfocada a luchar contra el COVID, dejando de lado crisis de salud pública persistentes. En 2019, según datos publicados en junio de este año, se detectaron 2.698 casos de VIH en nuestro país. En total, de acuerdo con ONUSIDA, 1,7 personas se infectaron de VIH a cierre del año pasado. 75,7 millones se han contagiado por VIH desde que comenzó la epidemia, de los cuales 32,7 millones han fallecido.

De momento, los datos de expansión del SARS-CoV-2 amenazan con sobrepasar las cifras globales del VIH en un futuro próximo. Ya hay 63 millones de casos detectados, aunque la cifra de muertes relacionadas está muy por debajo: 1,46 millones. En España, los casos superan el millón y medio y los fallecidos se acercan a los 45.000.

El estigma de un sanitario

En el spot, la historia de María sorprende y todo da a entender que es ella la paciente con VIH. Nada más lejos: en su caso, médico, se infectó del COVID-19 durante la primera ola. "Siendo sanitaria, mi pareja me dio la espalda cuando le dije que estaba infectada. Tenía miedo a que se lo contagiara", relata a laSexta.

Su pareja se convirtió en su ex. "Situaciones como esta te ponen filtros: el de si alguien merece la pena o no".

El de su ex fue el ejemplo más fuerte, pero no el único: “Me bajaba del ascensor en mi edificio y si había alguien esperando no se subía; soy de un pueblo pequeño y noté miradas cuando volví en verano…”, cuenta. En su caso, pese a ser sanitaria, los aplausos de las ocho se apagaron pronto. “Para nosotros es diferente porque nos contagiamos trabajando y por la falta de medios”, denuncia María.

En el de Víctor, él tuvo el total apoyo de su compañera de 1993, el año en que lo diagnosticaron. “Hubiera cambiado de pareja si en ese entonces no me hubiera apoyado”, asevera. “Y todas las que vinieron después también lo hicieron”.

Salvando las distancias

Hablar de los estigmas que sufren las personas con VIH y las personas que han pasado la COVID-19 supone salvar grandes distancias. La primera de ellas es una enfermedad crónica, mientras que la otra tiene un límite temporal. Además, el SARS-CoV-2 se contagia a través de aerosoles y la respiración, no en el caso de las relaciones sexuales o el uso compartido de drogas, como se pintó la transmisión de los enfermos de SIDA en los ochenta.

A día de hoy, el estigma permanece, pese a que un caso diagnosticado y tratado es intransmisible. Lo advirtió el director general de la OMS, Tedros Adhanom, hablando del coronavirus y antes de que estallara la pandemia: “el estigma es más peligroso que el propio virus”.

El codirector de la campaña, el fotógrafo Joan Crisol, lo tiene claro: “Gracias al COVID tenemos un plataforma para que aquellas personas aparte de quienes tienen el VIH o trabajamos con ellos puedan sentir empatía hacia los sentimientos de las personas que lo padecen”, afirma en entrevista telefónica.

“Tenemos un virus muy masivo que permite a la gente entender lo que es el estigma del VIH. Incluso está permitiendo que palabras como ‘resiliencia’ o ‘seropositivo’, bien conocidas en el colectivo, se hayan popularizado en el vocabulario”, valora Crisol.

El jefe del Departamento de Enfermedades Infecciosas del Servicio Riojano de Salud, el doctor José Antonio Oteo, ve que existe cierta estigmatización de quienes padecen el COVID, pero es difícil establecer una comparación.

¿Se culpabiliza y se juzga a quienes se contagian de una u otra enfermedad? “Es posible, sí. A mí no me gusta juzgar nunca y, en todo caso, con el COVID los más perjudicados son las personas que menos prácticas de riesgo tienen”, detalla Oteo. “Esto está matando a personas muy mayores y con enfermedades de base. Y quien esté libre que tire la primera piedra: ¿Quién no va a estar con hijos que viven o estudian fuera estas Navidades?”, se pregunta el especialista.

"No hay campañas de salud sexual"

Lo fundamental, contra una u otra, es disponer de campañas efectivas de salud que provean información veraz al público. “Yo no las veo”, responde Zaro, que critica cuando las hay “son pagadas por ONG que no tienen los mismos medios o por marcas de preservativos. Dejamos las campañas de prevención en manos de empresas de condones”.

La ausencia de difusión por parte de Salud Pública, además de los avances conocidos en los tratamientos de la enfermedad, ha hecho que mucha gente pierda el miedo a contagiarse.

“La gente se está relajando mucho, le están perdiendo el respeto al virus. Se utilizan menos los preservativos, se tienen más conductas de riesgo… Se dice que, como es una enfermedad crónica y con una calidad de vida similar, se puede tratar con una pastilla y ya. Yo llevo veinte años tomando pastillas y las primeras fallaban más que una escopeta de feria”, advierte Víctor.

Ahora, él se encuentra entre dos olas. Aguantando todavía el envite de la pandemia del VIH y soportando las restricciones y el miedo a contagiarse de la nueva enfermedad.