El interventor ha declarado ante el juez y decenas de periodistas han esperado su llegada. Según el informe elaborado por la policía científica sobre las cajas negras, su llamada fue clave para despistar al maquinista. Aunque él no lo cree así. "En ningún momento me he considerado culpable", afirmaba. 

Cuando Francisco José Garzón cogió el teléfono, el tren circulaba a 199 kilómetros por hora en un lugar donde no podía hacerlo. Hablaron durante un minuto y 40 segundos y cuando colgaron ya era demasiado tarde para poner el convoy a 80 en la curva de A Grandeira. 

Las cajas negras recogen cómo el maquinista grita y activa el freno de emergencia. Después de 7 segundos se produce el descarrilamiento. Desde que Garzón contesta la llamada del interventor hasta que se produce el siniestro, en la cabina se oyen tres avisos acústicos que le indican que la bifurcación de A Grandeira está cerca. Pero el conductor no sigue las indicaciones.

Para el juez, la llamada del interventor fue desafortunada, pero no considera que esa conversación se pueda vincular con el accidente. Según él, el maquinista es el único responsable.

El maquinista y el interventor olvidaron hablar de esta llamada ante la policía y ante el juez pero la información recogida en las cajas negras los dejó en evidencia. Por eso el interventor acabó reconociendo haberla hecho.

Antes de entrar a declarar, Antornio Martín, volvía a repetir que el móvil lo tenía en el bolsillo tras el accidente, "eso sí lo dije, que tenía el móvil en el bolsillo cuando salí del tren".

Aunque su llamada fue inoportuna y, tal y como revelan las cajas negras, influyó en la atención del maquinista, el juez, de momento, no le imputará en el caso.