En los últimos seis meses el Gobierno ha fletado al menos 50 vuelos para rebajar el número de inmigrantes en situación irregular en nuestro país. Para muchos, estos son los "vuelos de la vergüenza": “Los vuelos de deportación son tan legales como los trenes de deportación de judíos” afirma Eduardo Romero, de la campaña estatal por el cierre de los CIE.

Sin apenas tiempo de reacción, son conducidos desde los CIE, las cárceles o los calabozos y forzados a embarcar con destino a sus países de origen. Cuando se niegan, llegan las palizas, como la que recibió un senegalés a pie de pista. “Las denuncias que tenemos de los inmigrantes deportados es que, van maniatadas, embridadas, sedadas o amordazadas” explica Ana Fornés, de la campaña estatal por el cierre de los CIE.

En 2007, un inmigrante murió por asfixia en uno de estos vuelos. Desde entonces ha cambiado el protocolo. Un protocolo que incluye el uso de cinturones para inmovilizarlos o el uso de cascos para evitar que se autolesionen.

Alfredo Perdiguero, del sindicato independiente de Policía Española, no está conforme con estos métodos: “Son personas no podemos llevar a una persona como un animal atado a un asiento para que no dé guerra. Si da guerra es antes de montar porque lo que ellos pretenden es no subir al avión y que no se les expulse”.

El Gobierno ha gastado más de once millones de euros en aviones de repatriación en el último año. Los destinos: Marruecos, Senegal, Nigeria, Argelia, Ecuador o Colombia, países con los que España tiene algún tipo de acuerdo. En 2012, fueron deportados 3.251 inmigrantes en 166 vuelos.

Las ONG denuncian que con ese intento de llenar aviones, vuelve la "caza del inmigrante": “Tenemos un montón de redadas racistas documentadas que demuestran que esto es así” dice Eduardo Romero. Su periplo no se acaba aquí. Si el país de destino decide que no acepta a alguno de los inmigrantes, tienen que volver de nuevo a España.