A pesar de que los médicos aseguraban que no sobreviviría al parto, la hija de Gibney, Rosa, tiene seis semanas de vida y los médicos han retirado todos los tratamientos, lo único que aconsejan es que descanse en casa con cuidados paliativos. La madre está desesperada, quiere llevar a su hija a una clínica de Boston donde hay tratamiento para el encefalocele.
"Nos dijeron que no había nada que pudieran hacer por ella en el hospital por lo que nos enviaron a casa para que muera con comodidad. Es todo lo que tengo, ella todavía está aquí y voy a seguir luchando por mi hija", dijo Analee según publica 'The Mirror'.
"Las únicas personas que sabían que mi embarazo iba mal eran mi madre y mi mejor amigo, no podía decir nada a nadie, estaba destrozada. Ni siquiera podía disfrutar de una patada ni de ningún movimiento" explicaba la madre. "No suele abrir los ojos, pero cuando lo hace, nos hace muy felices y no podemos parar de mirarla", comentó Gibney.
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Gibney pidió consejo a la fundación 'Belfast Health and Social Care Trust' y descartaron la neurología debido a la gran parte de cerebro que sobresale del cráneo. La madre no se rinde y ha comenzado una recaudación de fondos para poder proporcionarle a su hija la mejor cirugía que le aconsejan los expertos.