Desde el primer momento de la tragedia se le puso cara, recién salido de la cabina, acompañado por un agente se pudo ver a Francisco José Garzón, el maquinista del ALvia 151. Desorientado, con un brecha en la cabeza, varias costillas rotas y una fisura en el pulmón. 

Tras el accidente, inmediatamente trasladaron a Francisco José Garzón al Clínico de Santiago. También al segundo maquinista, a quien relevó en Ourense y llevó como un viajero más.

El maquinista continúa ingresado, tiene nueve puntos en la cabeza y ha pasado las últimas 24 horas en calidad de detenido y custiodiado. Sigue sedado, pero sin atención psicológica. Francisco José Garzón desconoce aún el volumen total de la tragedia. Tampoco sabe que comparte hospital con 48 de los 81 heridos. Ni tan siquiera recuerda muy bien qué pasó exactamente.

Sólo consta, por ahora, la que habría sido su primera conversación con el puesto de mando, cuando expresó "descarrilé, qué voy a hacer ahora". 

El resto, quizás, se lo ha contado ya a la policía en su primera declaración. La hizo en el hospital y justo después se ordenó su detención por un posible delito de imprudencia.

A la espera de declarar ante el juez, la única petición de Francisco ha sido el traslado al hospital de A Coruña. Allí vive su madre y, precisamente, para cuidarla, pidió un cambio de ruta hace tres años. Dejó la línea Madrid-Barcelona para volver a Galicia. 

Nacido en Monforte, hijo de ferroviario, Francisco suma 30 de sus 52 años en Renfe, 10 como maquinista y con un expediente intachable. Uno de sus compañeros ha expresado que "su vida era el trabajo" y que no le "cuadra que doblara la velocidad".

Todo un veterano, según Renfe, tiene un conocimiento exhaustivo de la ruta. Por la del accidente ha pasado 60 veces y sabía perfectamente que cuándo debía reducir la velocidad, de los 220 a los 80 kilómetros por hora. En concreto, en esta curva de Angrois que ya para, ya para siempre, será un punto negro en esta ruta.