"Yo pasé tanta hambre que no quiero que los que vienen detrás la pasen". Para Pepe Palacios es difícil contener las lágrimas cuando nos describe toda la necesidad que ve en su Córdoba natal. Por esto, porque se ve rodeado de injusticias, Pepe ha dejado a su mujer y a sus nietos y a sus 70 años se ha puesto a caminar.
Pero no camina solo, lo acompañan 500 personas que vienen de Andalucía. Y esta es sólo una de las seis marchas de la dignidad que acuden a la manifestación de este fin de semana en Madrid. "Aquí hay gente que tiene un profundo estado de desesperación", añade uno de los participantes.
Llevan cientos de kilómetros en el cuerpo, pero siguen manifestándose con fuerza. Algunos caminan desde hace 20 días y, por eso, cuando llega la hora de parar, caen rendidos. A una de las marchas les han acogido en el polideportivo de Seseña (Toledo).
Comparten reivindicaciones con los que marchan desde Levante. El centenar de personas que camina desde Valencia, Castellón, Alicante y Murcia está ya a 70 km de su meta. En la plaza de toros del pueblo les esperan con mucha comida, pero sobre todo con mucho apoyo.
Pero no en todos los pueblos los reciben con los brazos abiertos. "En los sitios donde han podido ponernos zancadillas, el Partido Popular nos las ha puesto", afirma Diego Nogales. Se quejan también del récord de seguridad que habrá en Madrid en la manifestación, con 1.650 antidisturbios vigilando.
Además, la Policía anuncia ahora que habrá grupos radicales infiltrados, algo que podría asustar a los que pretenden unirse a su causa. Como protesta, el grupo de Extremadura decidió el miércoles colarse en el Metro madrileño con la permivisidad de los agentes de seguridad. Una muestra del respaldo de la ciudadanía a las Marchas de la Dignidad.