Se encuentra continuamente cansado, duerme casi todo el día, su fiebre no baja y el dolor de cabeza, según dice, es insoportable. Miguel Pajares, misionero español instalado en Monrovia, capital de Liberia, ha dado positivo en las pruebas que demuestran que padece la enfermedad del ébola.

En su conversación telefónica con el medio, el tenue hilo de voz con el que contesta deja entrever la gravedad de su situación y la desesperación de un hombre que está viviendo un infierno en las últimas horas.

Tras 50 años de misionero en África, su despedida del continente se iba a producir en el próximo mes de septiembre. Ahora, con 75 años a sus espaldas, Miguel ni siquiera sabe qué le va a suceder en un futuro inmediato, el cual se presenta incierto y complicado.

El sacerdote lleva meses conviviendo con el ébola. Ahora, sin embargo, afronta su prueba más dura, junto a otras religiosas de la orden. Entre ellas se encuentra Juliana Bohi, también misionera española.

Ambos han solicitado al Ministerio de Exteriores ser trasladados de vuelta a España. Aún no han obtenido respuesta. Lo peor, dicen, es la espera.

“No sabemos nada, y no nos dicen nada. Estamos nerviosos, queremos salir de Liberia... si es posible”, ha señalado Bohi.

Como ellos, más de 50 misioneros españoles instalados en los países afectados piden volver a España.

Miguel comenzó con los síntomas el pasado viernes, tras la muerte del director de su hospital. Sin embargo, según cuenta un cercano allegado al misionero, había sido un falso negativo lo que desencadenó esta situación.

"A ellos, los hermanos, les dijeron verbalmente que era negativo. Pero, al no mejorar, se les intentó llevar a Ghana. A la hora de sacar el billete, en la compañía dijeron que era positivo, y no pudieron salir", ha explicado Manuel García Vallejo, misionero de la ONG Juan Ciudad.

Porque el ébola no perdona, y mucho menos atiende a errores humanos.