Llegó como una moda: un nuevo artilugio que permitía moverse por la ciudad de manera rápida, cómoda y fácil. Después llegaron las compañías que ofrecían microalquileres de patinetes eléctricos a través de aplicaciones móviles. Hoy es común ver cada vez más de estos vehículos en cualquier ciudad y su éxito no es casualidad.

En una época en la que el tráfico congestiona las grandes ciudades y el transporte público no da abasto con la demanda, la micromovilidad (bicis, patinetes y scooters) es una nueva forma de desplazarse de manera rápida, sencilla, cómoda y económica que reúne los ingredientes clave para triunfar. Desde 2015 se han invertido más de 5.700 millones de dólares a nivel mundial, de los cuales el 85% ha ido dirigido a China, según datos de la consultora McKinsey. En unos pocos años, este mercado ha atraído a una sólida base de clientes y lo ha hecho más de dos veces más rápido que los servicios de coche compartido o con conductor.

En España, el uso el uso de los patinetes eléctricos está regulado a nivel estatal desde 2019. Antes de esta fecha, eran los ayuntamientos los que decidían sobre el uso en sus calles. A pesar de no requerir licencia, ni seguro, ni estar matriculados, sí que hay ciertos comportamientos indebidos que serán causa de sanción. Como por ejemplo, circular bajo los efectos del alcohol o las drogas, circular por la acera o en zonas peatonales, hacer uso de auriculares, no usar casco o circular más de una persona, entre otras. Manteniendo un comportamiento cívico, son muchas las ventajas que pueden ofrecer.

Vehículo cero emisiones

Al estar impulsados por un motor eléctrico, no emiten gases nocivos y apenas generan ruido. Son el aliado perfecto para pequeños desplazamientos urbanos, ayudando así a descongestionar las calles de coches y mejorando la calidad del aire que se respira.

La velocidad máxima a la que se puede circular es de 25 kilómetros por hora y la batería que montan permite recorrer alrededor de 40 kilómetros con una sola carga, una distancia prudente para el día a día y para poder recargar las pilas por la noche. Aunque esa cifra dependerá del modelo de patinete y del uso que se le vaya a dar.

No necesita una plaza de garaje

Otra de las principales ventajas de los patinetes eléctricos es el poco espacio que ocupan. La mayoría son plegables y ligeros como para transportarlos con una mano cuando no se circula con ellos. Se pueden llevar con uno mismo en el transporte público y desplegarlo de nuevo en la calle para llegar al próximo destino.

Además, en casa o en la oficina apenas restará espacio: caben en un armario o casi en cualquier pequeño lugar. No obstante, es conveniente guardarlo cerca de un enchufe en el que poder recargar su batería, y tenerlo listo para el próximo viaje.

Fácil de mantener

Al ser un vehículo eléctrico, de por sí requiere muy poco mantenimiento. El motor apenas sufre desgaste y no hay filtros, líquidos, o partes que sustituir de manera periódica. Si a esto se suma la sencillez con la que están diseñados los patinetes eléctricos, bastará con hacer un uso responsable de ellos.

Sí se debe prestar atención al desgaste de los neumáticos y el freno, pues de ellos depende, en gran medida, la seguridad del usuario. Y son las partes que más acusarán el uso. Además, conviene comprobar que las luces, tanto la roja de posición trasera como la blanca delantera, funcionan correctamente. Su uso es obligatorio y el no hacerlo, además de suponer un peligro, es causa de sanción económica.

Diversión para todos

Para terminar, siempre es preferible disfrutar del trayecto que hacerlo de mala gana. Desplazarse en patinete eléctrico es agradable, es seguro, es respetuoso con el medio ambiente y ayuda a reducir el tráfico rodado en los centros urbanos.

Un tipo de transporte apto para todas las edades ya que, en algunas ciudades, se permite su uso a partir de los 15 años. Perfecto para usar entre semana para acudir al trabajo o el fin de semana para disfrutar dando un paseo: solo, con amigos, en familia… Las posibilidades son muchas e interesantes.