Con 69 años, y una minusvalia que supera el 70%, Rosa acaba de perder su casa. Su situación es dramática: Su marido la abandonó, y vive junto a su hijo de 42 años, parado de larga duración. Ambos sobrevivien con el único ingreso que recibe Rosa: una pensión de 327 euros.
Hace unos años solicitó un préstamo para hacer reformas en casa y lo avaló con su vivienda. Al no poder hacer frente a los pagos, su piso acaba de ser subastado. Nadie ha pujado por él, por lo que la vivienda pasa a ser propiedad del banco. La deuda de Rosa asciende a más de 55.000 euros.
Desesperada, solicita a la entidad la dación en pago, y un alquiler social asequible para evitar quedarse en la calle. La plataforma de afectados por la hipoteca intentó, sin éxito, negociar su caso con el banco.
LA SITUACIÓN DRAMÁTICA DE UNA LUCHADORA