Las dos balizas previas al la curva del accidente, donde se produjo el accidente dieron vía libre, estaban en verde. Nada avisó a Francisco José Garzón, el maquinista del Alvia accidentado de que iba demasiado rápido. 

Según ha confirmado ADIF, el sistema ASFA funcionó perfectamente, pero solo obliga a frenar al maquinista o al tren en caso de obstaculo en la vía. Lo que significa que la frenada en la curva del siniestros dependía solo del maquinista, que tiene la obligación de conocer el recorrido. Para algunos demasiada responsabilidad para una sola persona.

Según explica el ingeniero del sector ferroviario, Raúl Guerrero, "no podemos dejar en manos de una sola persona, lo haga bien o mal, algo que va a 200 kilómetros por hora". 

Fráncisco José Garzón, el maquinista, ha declarado ante el juez que se despitó y no sabía en que tramo se encontraba unos 300 metros antes de la curva de A Grandeira con límite de 80 kilometros por hora circulaba a 192 klometros por hora, hasta que frenó, el tren descarriló a 153 kilometros por hora.

En palabras de Guerrero, "a la velocidad del tren, en torno a unos 200 kilómetros por hora, las hipótesis sobre la velocidad en el punto de desarrilamiento son unos 150 kilómetros, la velocidad en el medio de la curva estaría entre los 160 y los 170 kilómetros.
Según fuentes no oficiales  si el tren hubiese ido a menos de 160 kilometros por hora no hubiera descarrilado.

El maquinista ha declarado que cuando se dio cuenta de que debía frenar pulsó todos los frenos del Alvia, La palanca de el freno de tracción, el freno neumatico y el auxiliar.

Jorge Escuder, maquinista y portavoz de SEMAZ considera que cuando el maquinista se dio cuenta, "actuó sobre el freno de emergencia para evitar entrar en la curva a la velocidad a la que estaba entrando".

Al estar ya demasiado cerca de la curva el segundo vagon descarrilo y con él, el resto del tren.