El menor se fugó de su hogar en Xuanwei después de que su padre le pegara. Su objetivo: llegar a pie hasta la ciudad de Chongqing, situada a unos 800 kilómetros de su casa, para buscar trabajo.
Según el diario 'South China Morning Post', el niño, que recorrió un centenar de kilómetros, mostró una capacidad de supervivencia prodigiosa. Cazó serpientes y las asó a la barbacoa, y atrapó pescado en los ríos sólo con una bolsa de plástico.
Algunas noches le tocó dormir en el remolque de un camión, en pajares o al raso, sin otro colchón que un pila de hojas. Para ganar algo de dinero se dedicó a la recolección y venta de cartones y botellas de plástico.
Se encontró con un celular que vendió por 30 yuanes (poco más de tres euros), dinero que empleó en comida, un bolígrafo y un cuaderno en el que comenzó a escribir un diario.
Miao contó a los periodistas que nunca aceptó la ayuda de extraños, que le ofrecían comida o alojamiento gratis al verlo solo. También aseguró que durante su periplo no robó nada a nadie.
Según cuenta, hubo momentos en los que contrajo diarreas y fiebres, cuyos síntomas curó al hervir agua con bayas, un remedio que dijo haber aprendido de prácticas tradicionales del campo.
La escapada de Miao terminó cuando la Policía le encontró y lo llevó a una comisaría, donde avisaron a los padres, quienes tras el feliz reencuentro prometieron que no volverían a pegar al chico.

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