Recogen lo sacos después de pasar su segunda noche como okupas. Desahuciadas, María José y Olga se encontraron en la calle con un niño de cinco años y sin trabajo.

Un edificio vacío fue ha sido su única alternativa. María José ha superado un cáncer de pecho podría incorporarse al mercado laboral, pero no hay ofertas para ella.

La suerte no está de su parte y de momento esto es lo único que tienen. No son las únicas que malviven aquí, como ellas once familias más se han refugiado en este edificio.

Saben que están de paso, porque aseguran que esto no es vida para nadie. Así lo explica Esperanza desahuciada y okupa del edificio. Todos aspiran a conseguir un piso de alquiler económico que les permita huir de la exclusión social.