Hace un año Rafael y Ana, vivían una situación crítica. Los dos sin trabajo corrían el riesgo de ser desahuciados. Decidieron que era el momento de abandonar Sevilla y mudarse a este pequeño pueblo de Segovia.

Rafael dice que al principio todo el mundo les decía que estaban locos, pero añade "bendita locura, porque si no lo hubiéramos hecho nos habría quedado él y si". En ese pueblo, la Fundación Abraza la Tierra, les ayudó a alcanzar una nueva vida, les localizó una vivienda ajustada a su bolsillo y les facilitó la búsqueda de trabajo.

María del Mar, presidenta de esta fundación habla de los servicios que ofrecen "les damos información, asesoramiento, todos aquellos recursos y todas aquellas cosas que necesita una familia para poderse trasladar".

Durante el año son los únicos habitantes de este pequeño pueblo. Ana cuida a personas mayores y Rafael ha conseguido una plaza de bombero. Asegura que no hay nada más gratificante que "donde te han ayudado, ahora seas tú el que ayudas a salvar una vida o un patrimonio".

Su día a día, ahora, es muy diferente. Han pasado de vivir con el constante murmullo de la ciudad, a no escuchar ni el ruido de los pájaros. Pero gracias a eso, han podido formar una familia y construir una nueva vida.