Las chanclas son el calzado estrella del verano. Se utilizan para ir a la playa, pasear o incluso andar por casa porque son frescas, cómodas y fáciles de poner o quitar. Sin embargo, están diseñadas para momentos determinados, y su uso prolongado puede pasar factura a nuestro cuerpo.

Por ello, los expertos recomiendan alternar chanclas con calzado cómodo y cerrado para prevenir lesiones en el futuro. Isabel Iribertegui, podóloga, señala que al ser un calzado con poca sujeción, la chancla "fuerza al pie a hacer movimientos que no tiene que realizar". "Todo esto puede dar lugar a patologías que conocemos todos como fascitis plantar o alguna tendinitis", afirma la experta, que recomienda que la sandalia o chancla que llevemos vaya sujeta al tobillo. Por otro lado, en verano también se tiende a andar descalzo, una práctica que obliga a trabajar la musculatura más de la cuenta y que se puede traducir en más lesiones.