Andrea Vargas ya no tiene miedo de salir a la calle porque sabe que volverá a casa. Es una de las diez transexuales que dieron un portazo a la prostitución en la ciudad argentina de La Plata para montar la primera peluquería que lucha contra la discriminación de su comunidad en el país austral.
"Ahora me siento diferente. Ya no voy a estar con el temor de que voy a salir a la calle a trabajar y no sé si voy a regresar a casa. En las calles pasa de todo: nos roban, nos golpean... Me siento más protegida aquí porque estoy trabajando de día y no tengo miedo", cuenta Vargas en una entrevista.
Hace dos semanas, la joven de 26 años comenzó a trabajar junto a otras nueve compañeras en la cooperativa "Las Charapas", un salón de belleza en la capital de la provincia de Buenos Aires que busca empoderar a los travestis, transexuales y transgénero, especialmente a los migrantes, y derribar los prejuicios que existen a su alrededor.
Detrás de todo ello está Claudia Vásquez, la presidenta de Otrans, una asociación civil surgida en 2012 en La Plata que hace tres años comenzó a poner en marcha la creación de este espacio "trans" autogestionado, sin ningún tipo de ayuda pública. Para ello, apoyó la formación de diez personas que hasta la inauguración del local hace dos semanas continuaron prostituyéndose.
"Han transitado el proceso de manera pedagógica porque han ido rompiendo estereotipos de la sociedad", cuenta Vásquez, de 46 años, en una entrevista en la que celebra que el proyecto ha permitido dar a las chicas "una identidad".
La activista, que logró evitar ese "perverso" destino "preparado" para ellas que es la prostitución, insiste en la necesidad de que el Estado genere alternativas para que las mujeres puedan salir de una situación que las "cosifica" y "desvaloriza" y que afecta a un 90 % de las "trans" en el país.