Se sienta en el banquillo acusado de matar a su expareja y a la hija de ésta en julio de 2014. Presuntamente, Raúl Álvarez las tiró a un pozo de aguas fecales en una finca familiar en Zamora. Ambas estuvieron en paradero desconocido más de cinco meses.
Adolfina y su hija eran dominicanas y residían en Vallecas. Durante los tres años de relación el presunto asesino pasaba mucho tiempo en su casa. Los vecinos aseguran que las peleas eran constantes.
Los agentes encontraron una carta a puño y letra de ella asegurando que sufría malos tratos y que su hija también. Un testimonio avalado también por la abuela paterna de la menor.
Entre lágrimas Leonarda recordaba el último contacto que tuvo con su nieta. Fue por teléfono, justo dos días antes de su muerte. La pequeña llamó a su abuela para despedirse porque iba a viajar a República Dominicana, pero nunca llegó a su destino.
Leonarda, seis meses antes, había presentado una denuncia por malos tratos. En ese momento nadie le hizo caso.
La Fiscalía pide para el acusado 38 años de prisión por los tres delitos de malos tratos, homicidio y asesinato.
Un negocio en tierra y aire
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