El hombre, vecino de la localidad barcelonesa de Olivella, está acusado de un delito continuado de agresión sexual a menor de trece años con agravante de parentesco que cometió en el municipio gerundense de Riells i Viabrea.
La acusación particular eleva la pena a dieciséis años de prisión, mientras que la defensa niega los hechos y pide la absolución. Según la denuncia presentada en 2013 por la menor, que tenía entonces quince años, y los escritos de Fiscalía, el procesado trabajaba en casa de su hijo en Riells i Viabrea, ya que allí se encontraba la empresa de carpintería que habían puesto en marcha juntos.
Los abusos, según las acusaciones, se produjeron cuando el abuelo se encontraba solo en presencia de la menor y accedía a su habitación. La víctima ha declarado que no gritaba porque su abuelo le tapaba la boca y que no explicó los hechos en aquel momento porque éste le decía que si lo contaba sus padres se separarían y que la llevarían "a un reformatorio".
El paso lo dio en 2013, con sus progenitores en pleno trámite de divorcio en circunstancias complicadas, aunque el procesado ha negado las acusaciones y ha mantenido, como su hijo y padre de la joven, que nunca tuvieron lugar esos hechos.
El anciano ha relatado además que, desde 2001, cinco años antes de los supuestos abusos, sufría disfunción eréctil a causa de dos operaciones de hernia y por unas pastillas que tomaba contra las arritmias que sufría. El padre de la víctima, que no la ha vuelto a ver desde 2013 después de que ésta se negase a ir con él, ha mantenido que no daba crédito "a lo que ponía la denuncia" y que, pese a los informes de los psicólogos, cree que "todo fue una película montada por despecho".