La normativa de acceso al metro de los perros, vigente desde el 6 de julio, dice que estos tendrán prohibida la entrada en las horas puntas, que solo podrán viajar en el último coche de cada ten y que deberán portar una correa y bozal.
Una usuaria, que conocía estas normas, denuncia a través de su cuenta de Facebook que los trabajadores de metro le niegan la entrada a su perro, de raza carlino. Su pequeño compañero, de fisiología craneoencefálica, no pueden llevar bozal por su pequeño tamaño.
Alega que incluso recibió una respuesta de malas formas por parte de los trabajadores de metro. Tuvo que verse obligada a comprar un bozal que se le caía por todos lados para que se le negase la entrada por segunda vez y que no pudo volver a casa.