2024 es bisiesto, una particularidad que sucede cada cuatro años y que viene a corregir los desfases periódicos que se producen en el calendario. En realidad, cada año tiene 365 días y, además, 5 horas y 48 minutos que no se contabilizan, por lo que cada cuatro años se suma un nuevo día, el 29 de febrero, y, por ende, el año tiene 366 días.
Año bisiesto es una expresión que deriva del latín bis sextus dies ante calendas martii(sexto día antes del mes de marzo), que correspondía a un día extra intercalado entre el 23 y el 24 de febrero por Julio César.
En inglés, al 29 de febrero se lo conoce como 'leap day' (algo parecido a 'día del salto'). Aunque las probabilidades de nacer un 29 de febrero son mucho menores a las de nacer cualquier otro día del año, existen muchas caras conocidas que cumplen años el 29 de febrero, entre ellas el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
Cabe señalar que en el calendario juliano se consideraban bisiestos los años divisibles entre cuatro. No obstante, para el gregoriano, la norma que se aplica es que un año es bisiesto si es divisible entre 4, a menos que sea divisible entre 100. Sin embargo, si un año es divisible entre 100 y además es divisible entre 400, también resulta bisiesto. Los expertos han explicado que este sistema elimina los años que determinan el fin de cada siglo y que terminan en 00, cuyo siglo no es múltiplo de 4.
Cuál es el origen del año bisiesto
La historia del día extra del año bisiesto comienza en el año 49 a.C., cuando el dirigente Julio César llegó a Egipto y encontró un excelente calendario en las tierras de la faraona egipcia Cleopatra, mientras el romano estaba lleno de desfases.
Fue entonces cuando delegó a Sosígenes de Alejandría, astrónomo, matemático y filósofo, la tarea de diseñar el conocido como calendario juliano. Este poseía una duración de 365 días y un día adicional inicialmente cada cuatro años, para compensar un desfase natural producido por la revolución no sincrónica de la Tierra en torno al Sol. La compensación de los desfases que tenía acumulados el calendario romano no era exacto y obligó a que el año 46 a.C. se convirtiera en el año más largo de la historia, con 445 días de duración para compensar e iniciar nuevamente de cero. Por ello, se bautizó como el "año juliano" o el "año de la confusión".
No fue hasta 1582, cuando se adoptó el calendario Gregoriano, el que usamos a día de hoy. Esto se estableció porque la discrepancia temporal había provocado un desfase de unos 10 días en las festividades cristianas.